Me recuerdo a mí, en un recuerdo cercano con un lejano amigo cercano, entonces,
algo tan mal visto como fumar era un medio para entendernos mejor.
Todo este bar imaginario en el que en la vida real ya estuve, me viene al cerebro con
la melodiosa e impoluta voz de Jackie Deshannon en su “When you walk in the room”,
Todo me viene al cerebro a través del viaje de los sueños, reales porque corren veloces
por las venas, tatuados en todo mi cuerpo.
Me gusta que toda aquella etapa bonita hoy esté zanjada, me gusta saber cuándo hay que
acabar algo… es una virtud. Pero me niego a olvidar nuestros últimos cigarrillos,
inconscientes de que eran los últimos, juntos, en aquella última etapa de prisas y noches
que acababan demasiado pronto. La música nunca la van a prohibir, no al menos en nuestras
cabezas, en éstas está para siempre todo permitido, en ellas seguimos estando juntos, todavía
fumamos, somos adolescentes inmaculados, en ellas, jamás envejeceremos porque el mañana
no existe. No hay tópico más adolescente que ese, pero tampoco lo hay más intenso… ni más real.
De pensar en el mañana vienen todas nuestras decepciones, es entonces cuando mitificamos,
imaginamos… y todo lo que no se cumple se torna decepción, así pues, podemos decir que el
mañana sí existe y en él seremos desgraciados, ése debe ser nuestro sueño… Pensar en lo peor ayuda,
así, agradecerás hasta la luz de la sala de espera de urgencias. Y serás feliz con un dolor de cabeza.
Por Germán Piqueras