Esperaba más de mí mismo
y de mañana
pero ya me dice el agua
de la ducha
al rozar mi cuerpo
cómo será todo
y dado el color
no espero nada
más que lo que me pueda dar yo,
como siempre.
El agua es roja
y eso ya es bastante grito.
Cada persona que conozco
es una herida nueva
y otro libro que no escribiré,
cada aliento que huelo
otra excusa para no dibujarme
nariz cuando me autorretrato
trazando un cadáver
y en el papel aparecen
amigos que dejaron de llamarme
porque les dije mi verdadero nombre
y mi verdadero número.
Germán Piqueras