Estoy en contra de las nubes, de las flores y del sol,
en contra de que solo cuando las nubes son blancas son poesía,
en contra de que solo cuando es primavera las flores son flores,
de que el sol sea solo algo que esperamos en la noche,
pues él también necesita descansar.
¿Qué pasa cuándo hay una tormenta? ¿Cuándo las flores marchitas
te indican el camino? ¿Cuándo el sol está podrido?
¿Acaso dejamos de lado a alguien que amamos cuando enferma?
¿Acaso lo bonito no es llorar? ¿Acaso lo siniestro no son vuestras
poesías de un mundo tan idílico que contradictoriamente solo se
puede llevar a cabo pagando?
Cada vez me da más miedo el color rosa, cuando alguien balbucea
alma y sus ojos dicen sexo de una manera tan literal que desprestigian
al mismo. Cada vez me da menos miedo esperar; a la muerte, a mí,
al ayer, es decir, a todas esas cosas que creemos que nunca van a llegar.
Quizás lo único que me guste sea esperar y pensar que los que están
allá, en el cementerio, son igual de importantes que nosotros,
que engullimos macarrones y nos reventamos los tímpanos escuchando
música, nosotros que obviamos el silencio porque nos molesta
cuando sabemos que es de verdad, como nos molesta la muerte y cualquier
otra franqueza.
Germán Piqueras