Culpo, culto; al cuerpo muerto, a los nombres que destrozan mi casa,
pues todo bien y todo mal tienen el mismo color de mundo que no quiere nacer,
hay explosiones entre el mar y su fondo pero me da igual
porque vivo en la montaña. Una montaña que no tiene vistas hermosas
pues desde aquí solo se ve un lago de cisnes tranquilos que nadan
junto a ninfas y demás bellezas de mi imaginación, las orillas despiertan
donde crecen los árboles que los marineros no pueden ver,
y dicho esto solo creo que cada uno pensamos y morimos en nuestro mundo
creyendo que las otras sienes son otros planetas
y me quedo viendo las ramas atónitas ante mi mirada de no querer estar junto a nadie
y seguro que piensan en la diferencia entre yo y un marinero
y no la encuentran, porque la naturaleza es sabia.
Germán Piqueras