Deborah Harry sabía que estaba creando un himno cuando grababa “Hearth of Glass”. Su mirada omnipresente, su sonrisa haciendo el amor con la batería, sus pestañas y sus colmillos, erizadas y erizados al cielo rosa de la Nueva Ámsterdam de los nostálgicos años 80, en los que decidí nacer.
El comienzo del vídeo es como el crimen que todos queremos cometer, una canción que te lleva a su boca (la de Deborah), te guste o no. Que te mastica y te muerde como una perra sin vacunar. Las notas las baraja un croupier con demasiado gusto. Elegante. Como Blondie. Como Nueva York. Como una rubia que sabe que todos están por debajo de ella.
Germán Piqueras