Ponencia en Congreso sobre el Renacimiento – Universidad Complutense de Madrid

El próximo 12 de noviembre realizaré mi ponencia «Un lugar entre la realidad y la imaginación. El orden de los mundos en el arte de El Greco», enmarcada dentro del «X Congreso sobre arte, literatura y cultura alternativa: Renacimiento» y que tendrá lugar en la facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid (formato presencial y on-line). Ya están abiertas las inscripciones para este congreso que organizan conjuntamente las asociaciones culturales Besarilia y Mentenebre, la facultad de Filología de la Universidad Complutense, así como el Departamento de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid y la Universidad Carlos III de Madrid.

Un congreso para acercarnos más a una época llena de cambios culturales y vitales para el ser humano: El Renacimiento.

Link: https://besarilia.org/10congreso/

Germán Piqueras

COMO SI FUERA UNA ESCENA DE «BADLANDS». EXPOSICIÓN DE GEORGIA O´KEEFFE

Son altas horas de la madrugada y en mis oídos retumba el oscuro country de 16 Horsepower. Los alaridos de Haw me guían hacia un camino, que llamaremos “desvío”, en el que no se sabe lo que hay. Los faros imaginarios del coche que conduzco, de alma destartalada, alumbran ribazos, explanadas polvorientas, liebres grises como ratas, naves abandonadas, cipreses, montes de los que no se sale, y, en un momento dado y al margen de las malas hierbas, un conjunto de lienzos que solo se pueden apreciar en su sentido más profundo así, a estas horas, tan lejos, sin compañía.

La luz amarillenta y parpadeante de los faros enfoca, como si fuera el objetivo de una Reflex o una escena de Badlands, todo un mundo en el que convive ese conjunto de cosas que no sabíamos que existían. Hay rascacielos de Nueva York que se quieren escapar hacia las estrellas como un cohete, también desnudos sensuales de seres humanos y de flores, pétalos parecidos a vientres, fusiones de color exactamente iguales a lo que alguna vez sentimos, huesos que completan el cielo, nubes rojas de verano, muelles sobre los que nos sentaremos algún día y puertas que comunican con otros continentes. Son mundos que solo son comprensibles a estas horas de la noche y con el eco de la voz de Edwards como telón de fondo, es necesario repetirlo, pues la música aquí solo es un soporte del silencio.

No, no conocía a Georgia O´Keeffe. Y sigo sin conocerla, por eso me gusta. A otros artistas los conoces enseguida: son transparentes y una continua repetición de sí mismos, porque sus lienzos son burdos selfies sin pena ni gloria. Sin ni siquiera fracaso. Pero O´Keeffe no sé lo que es o quién es, solo sé que anduve por el museo Thyssen de Madrid mirando sus cuadros sin aburrirme y pensando que el regalo de esta muestra es habitar en un cerebro que no es el tuyo, pues casi sin querer me sumergí en su mente y solo pensé en pintar, en alejarme de todo lo que toca con el suelo para poder respirar, tomar vuelo, coger un lápiz y guiarme por cómo creo que son las cosas.  

Pintar tal cual creas que son las cosas, esa es la lección que tengo la sensación de haber aprendido tras este road trip por su ruta de vida y muerte. Llevo conmigo la novela gráfica de María Herreros, el póster que paseé bajo la lluvia de Madrid y alguna postal. Son intentos de llevarme un poco de ella al lugar donde pinto y escribo, y en el que aguardan y esperan con impaciencia algunos nocturnos de Magritte, La extracción de la piedra de la locura de El Bosco y el mar de Jávea de Sorolla. O´Keeffe tiene algo de todo esto: el misterio del artista belga, la extrañeza de El Bosco y la vitalidad de la naturaleza que capta Sorolla. Y otras cuestiones que la alejan de ellos y, paradigmáticamente, nos acercan más a su mundo. 

FRAGMENTO DE UNA ISLA

Es en ese mundo que ella creó es donde nos hubiera gustado estar confinados la última vez que fue primavera, un paraíso canario en el que hubiéramos reseteado nuestras mentes y donde el aire nos habría llevado a la locura. Pero qué diferente esa psicosis de la que tenemos aquí, entre las sirenas esquizofrénicas de las arterias de Madrid y el río marrón sobre el que nadan los patos terrestres. Ella pintó con sus óleos Rembrandt una ventana en la que se asomó un rato, porque lo que se veía a través de esta le gustaba más que lo que había aquí, donde nos ha dejado. El fragmento de una isla, la idea de que aún habrá tiempo para todo, algún día, queda recopilada aquí. Y es que, hay imágenes que perduran en tu mente, aunque no las elijas, durante mucho tiempo o para el resto de tus días. Son muy variadas y cada una se graba por un motivo distinto: las hay emotivas, pero también vergonzosas; las hay difusas, pero también inexistentes. Otras habitan en el limbo entre la realidad y la ficción. Lo único en común que tienen todas ellas es que no puedes elegirlas, eso sí, con el tiempo pueden mutar e idealizarse.

Aunque, para mí, decir que este paisaje es un símil de la Serenata de Schubert es algo real, una vía que me permite comprender mejor que lo que veo no es un árbol caído sino un tronco erguido sobre el fogoso naranja tostado de la tierra. Sin embargo, habrá quien piense y sienta esa superflua idea de derrumbe al mirar el cuadro, pero no seré yo quien se paralice ante un apunte tan objetivo y banal. Ese “algo más” comparte la etiqueta de útil y sagrado con las pinturas de bisontes que se hicieron en Altamira. Son indicaciones, y quizás ni siquiera pretendan ser arte; es el mayor de los piropos que una persona creadora puede recibir. La idea de comunicar mediante la estética es la que más aprecio, más allá de un ejercicio técnico que nos conduzca a una comparación realista con un recuerdo o una fotografía. El realismo solo preocupa a los que creen en la realidad. Otra cuestión es la verdad de cada uno, y aquí hay una que representa un lugar muy alejado del nuestro, donde nos ahoga la cotidianidad, pues es una pintura que está más allá que aquí. Pertenece a ese otro lado que tienen todas las cosas: aquella otra parte que narró Kubin, el lugar al que mira la dama de Elche, el rumor de las personas que están al fondo en el cuadro de El grito o el humo que hay detrás de Juana la Loca en el impresionante lienzo de Pradilla. Ahí es donde se sitúa este poderoso árbol, solitario y vital, no por fama ni por clase social, sino por su narrativa y por su fuerza, proveniente de una mujer que conocí unos cuantos años atrás, antes del extraño diciembre de 2020 en el que fue pintado.

Hace solo unos meses, hablábamos ella y yo sobre el libro Emocionarte de Carlos del Amor, en la clase de pintura. Comentábamos qué narraciones nos gustaban más, en muchas coincidíamos, en otras simplemente nos escuchábamos. Yo lo había comprado con mucho deseo de leerlo, y así lo hice durante lo poco que me duró. Luego lo recomendé a todas las personas que creía que podrían apreciarlo. Ella fue una de estas personas. A los pocos días le pregunté qué le había parecido y, paciente, me contestó que la mejor demostración o prueba de lo que le parecía es que leía solo una descripción al día, para que no acabara. Sé que le emocionó y por ello estoy intentado rendir este doble homenaje: al libro y a su cuadro. Creo que a ella no le gustaría que dijera que le estoy haciendo un homenaje también a ella, pues estoy convencido de que lo vería presuntuoso. Pero ahora, que sé que fue el último libro que leyó en vida, sé asimismo que tenía que transformar su última obra en una parte (ficticia, obviamente), de este libro. Yo no soy Carlos del Amor, pero sí alguien que consumió las páginas de su libro con prisa (al revés que ella). Por ello pienso que mi urgencia y su paciencia son un buen equilibrio, un excelente “punto final” para una historia que no quería, ni me imaginaba, que iba a ocurrir tan deprisa ni tan pronto. Cuando me refiero a la creadora, escribo “ella” porque pienso que tampoco le gustaría que dijese su nombre, porque “con la pintura ya es suficiente”, me diría (me imagino su voz diciéndomelo). Permíteme, de todas maneras, querida “ella”, que hable un poco de ti. Que, si alguien ve este cuadro y lee estas palabras alguna vez, sepa que la artista era una persona generosa que amó la vida aún en la muerte.

Dejas en este lugar donde tus compañeros seguimos un vacío que no podrá sustituir nadie. Me quedo con tus recomendaciones, pictóricas o gastronómicas, pero siempre reales, con tu falta de medias tintas para dar tu opinión, que tanto me importó cuando me la decías. Me imagino que, de haber muerto yo, quizás hubieses recordado de alguna manera este Emocionarte. Qué tontería la exposición de Van Gogh en el Círculo de Bellas Artes, con todo el mundo haciéndose selfies, pero qué bien vais a comer en el bar del mercado de Vallehermoso. Ha dejado de sonar Schubert, y han comenzado a hacerlo las Gymnopedies de Erik Satie. El silencio no quiere, no puede, llegar todavía.

Y Madrid siguió sin ti, pero con tus cuadros. Suerte las casas que los habitan, que aún podrán asomarse a esas ventanas por las que tú un día sacaste tu cabeza para ver cómo era el olor, el color y la verdad del arte.

El madrileño – Road trip por la cultura española

El madrileño. El disco referente de la música española, road trip por la cronología de nuestra cultura. En las áreas de servicio se sirve cocido, nada de hamburguesas ni patatas, tampoco pomposas damas-primas lejanas de Dolly Parton, no. Aquí palillos y tragaperras, unos chinos llevando el negocio; puede que veamos botas de cowboys, pero porque son del gusto de Joselito. C. Tangana ya sabe que para ser el más moderno tienes que ser el más antiguo, es decir, que el futuro tiene que tener raíces. Nadie ha retratado su era como él, te das cuenta cuando llegas a la escucha número 100 de su disco. Robert Capa fue cronista de la guerra civil mediante una cámara de fotos y el artista madrileño lo es de esta contienda y amalgama de civilizaciones que es España, con su voz y su pose de pichi. Puchito no juega en la liga de ser comprendido sino en la de ser artista. Sus canciones nos llevan a los viajes en coche con nuestros padres, pero también a la España de los glovo, los kebabs, el paro y el trap, a la raza almodovoriana de plañideras en el precipicio de un ataque de nervios y al centro de la plaza del pueblo con el bocadillo de tortilla de patatas en las manos y mercromina en las rodillas. En agradecimiento por el disco, estas acuarelas. 

«Alfred Kubin. En los límites de la razón» en DESCUBRIR EL ARTE

Los grandes artistas son aquellos que saben plasmar aquello que no se ve (objetivamente). Hay pocos así. Uno de ellos es Alfred Kubin, quien quizás hoy en día sería considerado un artista outsider. Además, el creador austriaco demuestra que escritura y dibujo se pueden complementar a la perfección. ¿Por qué elegir cuando esos dos tipos de arte te ayudan y enriquecen? Espero que disfrutéis de «En los límites de la razón».

Tributo a Charlotte Salomon

Con motivo del Día Internacional de la Mujer (8 de marzo), he realizado junto a mis alumnos/as del Centro Cultural Galileo de Madrid este bonito homenaje a la artista alemana Charlotte Salomon. Cada uno de ellos realizó su versión libremente partiendo de un dibujo original de Salomon. Ejercicios de este tipo subrayan la mirada personal, esa que no se puede aprender ni sustituir, pues forma parte de nosotros.

Sirva este homenaje en honor a la vida de Salomon, una artista que no dejó de crear nunca. Ni siquiera bajo la amenaza de la inminente muerte.

Los autores/as de estas obras son (de de izquierda a derecha y de arriba a abajo): Angelina López, Carmelo Cruz, Carmen Gutiérrez, Carmen Gutiérrez (2), Lucía Martínez, Isabel Yanes, Germán Piqueras, Mª José López, Germán Piqueras (2), Mónica, Nuria, Rosa María Gala, Leonor Sánchez.

Entrevista para «Ortega Servicios Funerarios»

Entrevista realizada para «Ortega Servicios Funerarios», una empresa funeraria que conocí hace unas semanas y cuyo tratamiento sobre la muerte me resultó diferente. De ahí surge la oportunidad de reflexionar en torno a la muerte y todo lo que la rodea.

Link entrevista:

BACON & FREUD. LA CONDICIÓN HUMANA

Cada artista tiene su lugar, pues pensar que todos deberían estar en un mismo tipo de museo puede conducirnos a un error. Para un ver un Francis Bacon, no me imagino en un edificio clásico, ni siquiera en una galería de moda en un barrio en auge. No. Me imagino algo acorde a su personalidad, sueño con un espacio parecido al de sus obras: salas anchas y espaciosas, moqueta -o algo similar-, lujo y confortabilidad. Parece indicado, por tanto, que este espacio sea la Sala Marlborough, de Madrid. Este es un lugar perfecto para un cocktail, aunque no se sirvan, en el que Bacon ejerciera de anfitrión. Es fácil por tanto imaginarse al artista conversando de cualquier tema, mientras sus obras son la escenografía de nuestro interior, es decir, quizás sea demasiado pretencioso acercarnos a sus cuadros intentando comprender algo, ver formas o deformidades u opinando sobre colores. Yo percibo esta exposición como un telón de fondo de nuestros nudos espirituales y físicos. Charlemos del tiempo que hace afuera mientras detrás de nosotros se tienden y extienden nuestras entrañas. Y nuestra psicología. Pues alejada de una intencionada comparativa de parentesco familiar, junto a la obra de Bacon se exponen algunos retratos de Lucian Freud, unas de las imágenes más icónicas de la psicología humana. El enredo de sus líneas, es también el de nuestras neuronas cuando pensamos, o cuando vemos pensar. Y de la misma forma que ocurre con Bacon, fantaseo con imaginar que esta parte de la exposición también es el ilustrativo decorado de un acto social en el que se habla de la bolsa, de la compra-venta de pisos o de la tendencia de la moda.

Las obras de Bacon y Freud son un escáner de lo que sentimos y pensamos, quizás por eso no sea necesario acercarse en demasía a las piezas que cuelgan de las paredes de la Marlborough, sino tan solo que aparezcan de fondo en nuestras conversaciones. Pero no únicamente cuando estemos dentro de esta galería, sino cuando salgamos a la acera y nos mezclemos entre el gentío, el tráfico y el anonimato.

(Exposición «Francis Bacon & Lucian Freud. La condición humana», Galería Marlborough, Madrid. 14 enero-27 febrero 2021)

Germán Piqueras

LA MUERTE. Entrevista en Radio Bombastic

Hace unos días me entrevistó Ainhoa Masid para su podcast «Radio Bombastic». En este programa hablamos de la muerte (y de otros asuntos) de una una manera amena y distendida, además hay recomendaciones de libros y películas.

Estoy encantado con su trato, con su programa y con su manera de llevar a cabo esta conversación.

Link Spotify:

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https://www.ivoox.com/04-radio-bombastic-german-piqueras-audios-mp3_rf_65172319_1.html

Fotografías: Laura Ureña