Crítica de «El Desierto Rojo» en «Fuerza Vital»
IL DESERTO ROSSO (Michelangelo Antonioni, 1964) por Germán Piqueras
La primera película en color de Antonioni es, sin duda, otra película antigua que refleja el mundo actual de manera convincente.
Giuliana (interpretada por la gran Mónica Vitti) es una bella joven que sufre un accidente y tras él, nada en ella vuelve a ser igual. Su percepción del mundo cambia y a su alrededor tan solo ve vacío, desierto… su ciudad, Rávena, se convierte en algo parecido a una nada. No hay nada que ver, nada que hacer, nadie con quien quedar. Poco a poco, la depresión torna su vida en algo insípido y alejado de toda sensación de bienestar posible.
El aislamiento e incomunicación en esta película, es excusado por el shock que produce un accidente, pero ¿Cuántas personas existen que padecen lo mismo y no han sufrido ningún accidente?
Desde el primer momento se aprovechan de ella llegando, en algún momento, a recordarnos a la Rosemary (interpretada por Mia Farrow) de la “Semilla del Diablo” (Roman Polanski, 1968), por la incomprensión y lejanía que tiene con las personas que conforman su alrededor, incluyendo su propia familia: marido, hijo, etc…
Giuliana ha olvidado muchos matices de su vida anterior, pero sin embargo sigue recordando, los que más adentro llevaba. Por ejemplo, recuerda un cuento que le cuenta a su hijo en el que una chica abandona todo para irse a una isla silenciosa donde puede descansar…Estaba bien un misterio, pero dos son demasiados narra Giuliana, contando las vivencias de la solitaria joven que está en la isla y a quien, hasta los barcos fantasmas la abandonan. Cosa que no le sorprende, porque está acostumbrada a las rarezas de la gente.
La duda está siempre presente en la película, también el amor y la necesidad de tener siempre a alguien. Queriendo tener a su alrededor, cuando la incomunicación es casi total, a todas las personas que la quisieron, formando una muralla que la proteja del miedo que ahora siente. Pese a las dudas, sí tiene ideas fijas, contradictoriamente. Por ejemplo, sabe que nunca se curará y es consciente de ello.
Dicho esto último, “El Desierto rojo” también es un canto y homenaje a la cobardía de no poder/querer afrontar el mundo tal cual es, con sus problemas. Y problemas hay muchos.
No es el mejor Antonioni, aunque sí se ven resquicios del mejor Antonioni, sobre todo poéticos… que se dan la mano directamente con un guión que escribió conjuntamente con Tonino Guerra.
Si yo tuviera que irme, me lo llevaría todo.
Todo lo que veo. Lo que tengo a mi alrededor,
a mano cada día… incluso los ceniceros.
(…) ¿Cómo sabes lo que vas a necesitar?
Y después las cosas que dejas, la gente.
¿La encontrarás igual cuando regreses?
Y si las encuentras, ¿Serán iguales?
Aunque la poesía de esta película está muy lejos de la inmensa profundidad de, por ejemplo, el cine del soviético Andrei Tarkovski, donde siempre se va más allá.
Antonioni pierde una gran oportunidad de dar un mensaje práctico a la humanidad sobre un tema que toca a muchas personas: la introspección y la visión externa del mundo. Culpa de la pérdida de esta oportunidad la tiene el ensimismamiento de la protagonista con su propio ego –hubiera sido más interesante incluir el personaje de Giuliana dentro de otra película-, llegando a recordar a la peor Anna Karina (si es que existió alguna buena), a una chica más preocupada de cómo está saliendo en el plano, que en la profundidad de su personaje y así, es imposible avanzar. Da la sensación de que su pelo despeinado está perfectamente controlado, la depresión no se acusa en su rostro. Y aquí no vale aquello de “la belleza de lo perdido”… Es decir, una persona a la que le ocurre todo lo que Antonioni intenta contarnos no tendría nunca, bajo mi opinión, un rostro así y eso le resta muchos puntos y credibilidad. El ego de Giuliana conoce pocos límites: está ella y luego, todos los demás. ¡Sus problemas son los más importantes!
Pese a todo, cuando todo está borroso se ven cosas con más claridad. La claridad, unida a la tristeza, de una persona que ve todo desde fuera, es parecida a la del pintor que pinta subjetivamente un paisaje que no conoce. Y es esta intrínseca claridad la que hace que Giuliana arranque un mensaje positivo tras dos horas un tanto arrítmicas y, en ocasiones, plagadas de momentos soporíferos…
El diálogo final es, y no pasa nada por decirlo, un excelente mensaje para toda persona que piensa que ha tocado fondo.
Giuliana está junto a su hijo delante de un paisaje desolado.
-¿Por qué es amarillo el humo? – pregunta su hijo
-Porque tiene veneno.
-Entonces, si un pajarito lo atraviesa, se muere. – reflexiona el niño
-Ahora los pajaritos ya lo saben. Ya no pasan más por ahí. Vamos.
Crítica de «Máximo riesgo» en «Fuerza Vital»
A través del siguiente enlace podréis leer mi crítica de la película Máximo Riesgo (Harlin, 1993) en «Fuerza Vital»:
http://fuerzavital.wordpress.com/2013/01/28/cliffhanger-renny-harlin-1993/
Fotograma de la película
Crítica de «O Drakos» en «Fuerza Vital»
A través del siguiente enlace podréis leer mi crítica de la película O Drakos (Koundouros, 1956) en «Fuerza Vital»:
Fotograma de la película